Quizá no exista otra operación militar con las proporciones épicas del llamado Día D en 1944, cuando sucedió la invasión del territorio continental europeo a través de las costas francesas por miles de tropas aliadas, principalmente estadounidenses y británicas, destinadas a combatir la maquinaria de guerra nazi.
Se le cita a menudo como una acción sin precedentes en la historia bélica del siglo 20, cuando en realidad la primera operación de gran envergadura de desembarco aeronaval de tropas fue en las costas de Alhucemas, Marruecos, el 8 de septiembre de 1925, durante el transcurso de la llamada guerra del Rif, conflicto colonial africano en el que intervinieron España y Francia para controlar una sublevación de tribus árabes oriundas de las montañas del norte del territorio marroquí.
En aquel entonces alrededor de 13,000 soldados del ejército y de la armada española principalmente, comandados por el general José Sanjurjo, realizaron una operación anfibia combinada con apoyo aéreo y artillería naval para tomar el control de las playas en poder de los guerrilleros a las órdenes de su líder Abd el-Krim.
Otros detalles excepcionales de la batalla fueron que se trató de la primera operación de desembarco en la que se utilizaron carros de combate y la destacada participación de un joven general, Francisco Franco, quien eventualmente se sublevaría contra la República española en 1936 para convertirse en dictador.
Si bien el éxito de la operación trajo como consecuencia el principio del fin de la intervención española en el entonces protectorado africano, que había iniciado en 1859 y desgastado a su ejército, lo cierto es que los combates no cesaron sino hasta 1927.
Se discute si este evento pudo servir como modelo a los generales aliados durante la Segunda Guerra Mundial para realizar los desembarcos en Normandía.
Como sea, el hecho fue que el Día D fue cuidadosamente planificado, de tal manera que se llevaron a cabo algunos simulacros, entre ellos la hoy ignorada Operación Tigre, ejercicio de entrenamiento cuyas trágicas consecuencias tuvieron que ser calladas no sólo para evitar que el enemigo se enterara, sino también para no afectar la moral de las tropas, pues fue muy costosa en pérdidas humanas.
A ojos de sus planificadores, la primera práctica del también llamado Ejercicio Tigre, realizada el 28 de abril de 1944 en la playa de Slapton Sands, condado de Devon, en el sur de Gran Bretaña, debía servir como fogueo para los inexpertos soldados, por lo que se puso énfasis en el uso de artillería real que simulara un ataque directo.
Sin embargo, la mala coordinación en las comunicaciones provocó que cientos de ellos perecieran bajo el fuego de su propia artillería naval.
Las cosas empeoraron cuando en la adyacente bahía Lyme un convoy que transportaba tropas para realizar los desembarcos fue atacado por submarinos alemanes.
Debido a que se temía que los planes de invasión fueran descubiertos, el evento tuvo que ser manejado como clasificado, y todos los involucrados juraron guardar el secreto. Se estima que en una sola tarde perdieron la vida alrededor de mil efectivos, toda una catástrofe.
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