El océano Atlántico fue durante siglos una barrera difícil de atravesar; las primeras embarcaciones que lo desafiaron se expusieron a feroces temporales que terminaron por hundirlas o la ruta se cobraba víctimas entre los tripulantes.
Con el advenimiento de los aviones a motor la hazaña con este medio se impuso como un nuevo reto.
Fue el entusiasmo patriótico estadounidense y la publicidad desmedida lo que exaltó el viaje del piloto Charles Lindbergh, quien en 1927 lo voló en solitario a bordo de un avión bautizado como Espíritu de San Luis, de tal manera que a la fecha se le tiene equivocadamente como el primero en haber realizado esta acción.
Pero lo que a muchos sorprenderá saber es que antes que él hubo alrededor de 80 personas que lo hicieron, siendo la primera de ellas el también estadounidense Albert Cushing Read, junto con una tripulación de cinco personas, a bordo de un hidroavión Curtiss NC-4 de nombre Lame Duck en mayo de 1919.
Ellos partieron de Long Island, en el estado de Nueva York, y tras realizar varias escalas, incluyendo paradas en el mar para efectuar reparaciones, alcanzaron las costas de Portugal.
Lindbergh tampoco fue el primero en volar sin escalas, pues un mes después de la hazaña de Read los ingleses John Alcock y Arthur W. Brown lo hicieron a bordo de un bombardero biplano Vickers Vimy de la Primera Guerra Mundial, que partió de la isla de Terranova, en Canadá, hacia Inglaterra.
Pero las marcas no se detuvieron allí.
En 1924 los tenientes Lowell H. Smith y Erik H. Nelson se convirtieron en los primeros en darle la vuelta al mundo en avión; partieron de la dudad de Seattle, en Washington, EUA, y regresaron al mismo lugar, marca que fue, con mucho, más espectacular que la de Lindbergh.
Igual de audaz resultó la proeza del piloto español Ramón Franco, quien en 1926 cruzó el Atlántico sur en un hidroavión de doble motor, viajando desde España a Buenos Aires, Argentina. En su momento se le llamó en Latinoamérica el 'Cristóbal Colón del aire'.
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