Estamos ante uno de los más grandes engaños de la época consumista en la que por mantener una ilusión participamos en una sombría conspiración que puede causar daño en nuestros pequeños.
Para el sector del comercio minorista, la Navidad es realmente la época más maravillosa del año. Solo en los Estados Unidos se gastan más de 600 millones de dólares en la temporada navideña.
Y hay un hombre en particular detrás de esta agenda consumista. Desde el siglo 18, Santa Claus ha sido la mascota de la Navidad.
En su nombre, los padres se apresuran a las tiendas para llenar sus cestas con regalos, que serán entregados por San Nicolás para hacer a los niños y a las empresas muy muy felices!
Pero cuando le decimos a los niños que Santa Claus existe, es posible que seamos parte de un fenómeno cultural peligroso conocido como el síndrome de Papá Noel.
Miles de años antes que la Navidad fuera convertida en una fiesta comercial, fue una fiesta religiosa sagrada que celebraba el nacimiento de Cristo, con sus tradiciones arraigadas en las prácticas pre-cristianas.
El carácter tradicional de Santa Claus fue popularizado en 1823 en un poema de Clement Clarke Moore, La noche antes de Navidad, donde un viejo y alegre duende vuela de casa en casa en un trineo conducido por renos, y deja regalos para las niñas y niños buenos.
En la década de 1840, Santa Claus comenzó a salir en los anuncios de periódicos para la temporada navideña. Pero no fue hasta la década de 1930 que este icono americano realmente llegó a ser asociado con el consumismo festivo.
En 1931 la compañía de refrescos de más éxito en el mundo, Coca Cola, encargó a un talentoso ilustrador llamado Haddon Sundblom reinventar al alegre San Nicolás para su campaña publicitaria de Navidad.
Más de 80 años después, Coca Cola sigue siendo sinónimo de la temporada navideña decora sus camiones con gran colorido navideño, con el fin de subir las ventas en Navidad.
Tras el éxito comercial de Coca-Cola, otras marcas y centros comerciales comenzaron a utilizar a Santa como su emblema comercial.
Hoy en día, las empresas dependen de la mentira que Santa dará regalos en sus tiendas, una mentira que se perpetúa por los padres para hacer que esta época del año aún más mágica para sus hijos.
La navidad es ahora el mayor estímulo económico en todo el mundo, ya que los consumidores gastan en regalos para sus amigos y familias, y los niños esperan con impaciencia la visita de San Nicolás en la víspera de Navidad.
Pero de acuerdo con el profesor de filosofía David Kyle Johnson, la mentira de Santa Claus es injustificada, daña la confiabilidad de los padres y quizás lo más importante, alienta la credulidad y el comportamiento erróneo y esto puede tener graves repercusiones en la sociedad en su conjunto.
Críticos pro Santa Claus como Melinda Moyer sostienen que la creencia en Papá Noel estimula la imaginación de los niños, y fortalece las habilidades de pensamiento crítico, lo cual es beneficioso para su desarrollo.
Sin embargo, la imaginación no está en juego aquí; los padres están en realidad engañando a sus hijos a creer en Santa Claus.
¿Esta mentira es realmente necesaria? El profesor Scott Lowe proporciona evidencia de que, en realidad, cuando un niño descubre la verdad, puede potencialmente erosionar la autoridad de los padre y posiblemente incluso destruir su fe religiosa.
Otro resultado es que los niños comprendan que la mentira es aceptable, o se vuelvan más susceptibles a las falsedades que creen, sin cuestionar el razonamiento detrás de sus creencias.
Esto crea malos hábitos de pensamiento perezoso, que las instituciones pueden aprovecharse para sus propios intereses personales.
Según el autor Ethan Smith, el síndrome de Papá Noel se manifiesta en 4 etapas.
Etapa 1 es la aceptación de las mentiras que se hacen pasar por tradición, como Santa Claus en Navidad.
Etapa 2 es que el engaño a los niños hace que los adultos cumplan con falsedades ampliamente aceptadas.
Etapa 3 es la reiteración de estas mentiras establecidas.
Y la cuarta y última etapa, es la creación de nuevas mentiras que trabajan en el interés personal de los individuos o instituciones.
Los impulsos materialistas son recompensados, y nos enseñan a los jóvenes que las mentiras están bien siempre y cuando tengamos cosas brillantes, brillantes para distraernos.
Los teóricos sostienen que la evidencia del síndrome de Papá Noel se puede ver en todas partes en toda la sociedad.
Ha dado lugar a innumerables conspiraciones, mediante el cual las instituciones pueden mentir sin reservas al público: Área 51, el alunizaje, el asesinato de John F. Kennedy, y los Illuminati y otros encubrimientos todos supuestamente engañando a los espectadores con información falsa.
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