La mayoría de los astrónomos afirman casi con certeza que no hay lunas en las lunas de nuestro sistema solar.
Pero esto no significa que sea físicamente imposible.
Después de todo, la NASA ha lanzado con éxito naves espaciales en la órbita de nuestra luna, que arrojan luz sobre el funcionamiento de las leyes físicas.
Pero sigue pareciendo improbable. Aunque los astrónomos han localizado algunos asteroides con lunas, la presencia de un planeta padre dotado de una fuerte carga gravitatoria haría muy difícil que la luna pudiera controlar un satélite propio.
Para que esto fuera posible deberla existir un amplio espacio entre la luna y su planeta.
Si la luna orbitara lejos de este, quizá podría soportar un satélite propio.
Las condiciones parecidas podrían darse en sistemas estelares alejados del nuestro, pero mientras que se han detectado cientos de exoplanetas, van a transcurrir décadas hasta que puedan detectarse exolunas, y mucho menos lunas de exolunas.
Nuestros actuales métodos de detección de planetas, como el de aprovechar el paso de uno de ellos por la trayectoria de una estrella, nos permiten divisar enormes planetas del tamaño de Júpiter, o planetas rocosos del tamaño de la Tierra, pero no sus lunas.
Incluso aunque los astrónomos pudieran detectar una luna con su correspondiente satélite, probablemente no durarla mucho.
La fuerza de las mareas del planeta tenderían a desestabilizar la órbita
de la segunda luna, lanzándola fuera de ella.
Una segunda luna se considera un fenómeno efímero.
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