Nuestras computadoras no serían las mismas sin los principios de la ecuación de Schrödinger; sus chips de memoria trabajan gracias a ellos.
Un chip está formado por pequeñas piezas semiconductoras, materiales aislantes de electricidad que se convierten en conductores cuando se les agrega una pizca de elementos que sí permiten pasar la energía eléctrica.
Por el hecho de tener esas dos características, es posible controlar la corriente eléctrica con la que funciona una computadora. Dicha estructura matemática se ha ocupado también para el desarrollo de rayos láser y circuitos cada vez más pequeños.
Todo empezó cuando en 1924 se observó que la luz actuaba como una onda y una partícula al mismo tiempo, y poco después se descubrió que los átomos de toda la materia también
tienen dos estados a la vez.
Así el físico austríaco Erwin Rudolf Schrödinger inventó una ecuación para describir
ese comportamiento, bajo un nuevo campo científico, la llamada física cuántica, en la cual se experimenta con la escala de las partículas.
El experimento que imaginó explica tanto la fórmula como la naturaleza del mundo cuántico: en una caja negra es colocado un recipiente con material radiactivo, un martillo atado a un detector de radiación, una botella de veneno y un gato.
Se cierra la caja y luego se espera la reacción. Si el detector percibiera el material radiactivo, activaría el mecanismo que mueve al martillo y éste rompería la botella de veneno.
En caso de que la cadena de sustancias mortíferas se encendiera, el gato fallecería, de lo contrario, sobreviviría.
Pero mientras no se abra la tapa para averiguarlo, el gato está muerto y vivo a la vez.
Esto mismo sucede al intentar 'atrapar' una partícula en el espacio cuántico para medirla, pues por naturaleza tiene dos estados a la vez.
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