En cuestión de minutos, un pequeño grano de palomita en forma de gota del tamaño de un guisante puede mágicamente convertirse en algo suave y esponjoso con al menos 35 veces su volumen original.
El delicioso secreto: el agua.
Cada grano de palomita contiene una cáscara exterior dura y un interior almidonado que rodea una pequeña cantidad de agua.
Cuando los granos se calientan a unos 230 grados centígrados, la bolsa de agua se convierte en vapor y se expande dentro de la semilla.
Al igual que inflar un globo, mientras más y más se forma vapor, la presión del calor contra el exterior aumenta.
Cuando el grano ya no puede contener la presión generada, finalmente da paso a la clásica palomita.
El núcleo gira de adentro hacia afuera, revelando el almidón blando que compone la parte blanca y esponjosa.
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