El nombre real (o mejor dicho el sobrenombre) del príncipe de la Valaquia no era Drácula (adaptación del rumano) como erróneamente se piensa, sino Draculea. De origen latino, este sobrenombre se compone del ambiguo sustantivo drac, que significa dragón o diablo .
Pero ¿cuál es la historia real del príncipe Vlad?
El 8 de febrero de 1451 en Núremberg el emperador Segismundo de Luxemburgo
concedió el gobierno de la Valaquia a Vlad II uno de sus más fieles y valerosos seguidores.
Para confirmar esta investidura, entregó a su protegido un medallón dorado con un dragón grabado, el sello de los caballeros de la Orden del Dragón al servido del emperador Segismundo.
El medallón representaba el símbolo de la victoria de Cristo sobre las fuerzas del mal y quien lo llevase no podría separarse de él mientras estuviese vivo.
Vlad el Dragón.
A la espera de la coronación Vlad se trasladó a Transilvania donde hizo construir dos cecas.
Para las primeras acuñaciones utilizó su emblema, el dragón, motivo por el cual el pueblo rumano le asignó el sobrenombre de Dracul apelativo que se convirtió en un apellido real para sus descendientes entre ellos, su segundo hijo Vlad o Drácula. nacido en diciembre de 1431.
Vlad III siguiendo los pasos de su padre se hizo también caballero de la Orden del Dragón.
Además de un valiente soldado. se convirtió en un hábil político que adoptó como lema el principio de que reza (para un príncipe es mejor ser temido que amado).
Poco después de la muerte de su padre Vlad III fue hecho prisionero por los turcos sirvió como oficial en su ejército y de ellos, aprendió técnicas de tortura.
Consiguió huir pronto gracias a la ayuda de un tío suyo, un noble rumano con cuya hija se casó poco después.
Tras varios intentos, logró subir al trono de Valaquia el 22 de agosto de 1456 con tan solo 25 años de edad. El comienzo de su reinado se caracterizó por el paso de un cometa sobre Europa, lo cual significaba para muchos un mal presagio.
Vlad reorganizó el estado reformando varias leyes e introduciendo la pena capital por empalamiento para todos sus enemigos.
Combatió con increíble ferocidad contra el ejército turco utilizando las mismas técnicas de tortura que había aprendido de ellos. Esto le valió el apodo de Vlad Tepes es decir Vlad el empalador .
En el transcurso de una batalla fue hecho prisionero, pero, tras diez años, regresó al trono en 1476 y retomó su feroz lucha contra los otomanos.
Hacia finales de ese mismo año fue asesinado por Laiota Basarab quien le sucedió en el trono.
Una de las más bellas descripciones de Vlad es la escrita por el papa Pío 11 contemporáneo suyo, quien ensalzó su grandeza y orgullo.
Dracula El Vampiro
Pero el mito de Drácula está irremediablemente ligado a su figura de vampiro. ¿Qué hizo un príncipe caudillo para transformarse en criatura de la noche sedienta de sangre?
En el monasterio Kiriüobieloserskij se encontró un manuscrito redactado por un monje ruso que firmaba como Efrosin. Compuesta por capítulos independientes, la obra contiene anécdotas protagonizadas por Vlad III.
En uno de estos episodios se cuenta como al príncipe de la Valaquia le gustaba comer bajo los cadáveres de sus enemigos que empalados en gran número rodeaban su mesa.
Para constatar su resolución y ferocidad, basta con pensar en el episodio en el que un sirviente suyo, al no poder soportar el hedor de los cadáveres alrededor del banquete, se tapó la nariz y giró la cabeza hacia otro lado.
Entonces Drácula lo hizo empalar y espetó allí arriba el hedor no te llegará .
En relatos como este y en las leyendas que fueron surgiendo en el transcurso de los siglos en torno al nombre del príncipe Vlad además de en una buena dosis de superstición popular encontró su inspiración el escritor Abraham Bram Stoker para realizar su obra maestra: la novela Drácula.
El libro se imprimió en 1897 y desde entonces, la figura de Drácula asumió las características con las que hoy se le conoce, nacido de la pluma del novelista era descrito como un viejo de alta estatura según la descripción de Stoker. Drácula tenia pelos en las manos y largas, estrechas y afiladas uñas.
Podía transformarse en murciélago o desaparecer en la niebla a su antojo.
Su punto débil eran los símbolos sagrados, cristianos y paganos, como el agua bendita, el ajo o las cruces.
Muy pronto el cine también se interesó por este terrible y fascinante personaje. Drácula fue retratado en muchas películas que lo hicieron protagonista en distintas versiones. Cada Drácula era distinto del anterior.
Cada uno presentaba características físicas y vampíricas propias.
Pero el actor que ha quedado ligado, irremediablemente, a la imagen del papel del príncipe de las tinieblas ha sido, sin duda. Bela Lugosi estrella del cine de terror de los años treinta que con su aspecto elegante y aristocrático parecía bien lejano al monstruo peludo de orejas puntiagudas que describió Stoker.
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