sábado, diciembre 18, 2010
¿Cómo se rompe una maldición?
Hoy día muchas personas siguen creyendo en el poder destructor de las maldiciones, un vestigio del pensamiento mágico de otras etapas de la civilización.
Junto con ellas han surgido métodos racionales e irracionales para librarse de su efecto.
Los métodos racionales, ligados con técnicas sencillas de autoayuda, sugieren perder fe en la capacidad de la maldición para causar daño, puesto que carece de poder y trabaja sólo en la imaginación de quienes la sufren por sugestión. Por otra parte, consideran útil conocer el tipo de magia que emplea la persona que profirió la maldición para desarticular los mecanismos culturales de acuerdo con los cuales opera.
Recomiendan, asimismo, no recurrir a 'brujos' o 'hechiceros' para librarse de una maldición, pues es una forma de reconocer su poder. En los casos más extremos, como lo menciona el libro Neurología clínica: diagnóstico y tratamiento, de Jamie Weir et al., la exagerada convicción con respecto a lo sobrenatural y al poder de las maldiciones puede ser un trastorno afectivo y psicótico que requiere la atención especializada de un profesional de la salud.
Los métodos irracionales, como los propuestos por la Wicca y otras corrientes de la New Age, reconocen el poder sobrenatural de la maldición y la combaten con otros medios mágicos, como lo explica Frazer en La rama dorada.
Es en este ámbito en el que prosperan los brujos y hechiceros de hoy que venden Contra hechizos y defensas contra las maldiciones, como se llama el libro del 'parapsicólogo' Reynaldo Silva Salas. Los medios a que se recurre son las 'limpias', los amuletos, las oraciones, las mandas, e incluso actos rituales de mayor complejidad. Existen volúmenes enteros dedicados a ellos como Break That Curse! GetRid ofthe EvilSpirits, Demons, and Ghosts, de Cromwell Ramsey.
La principal diferencia entre ambas aproximaciones es que el método racional cuestiona la esencia misma de las maldiciones y las desecha como mera e inútil superstición. El método irracional les concede valor y verdad, como un enfrentamiento de poderes sobrenaturales, una expresión permanente de la lucha entre el bien y el mal.
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