Mark Rovalomanana, presidente de Madagascar, ha cedido su poder a los militares que el lunes se rebelaron contra su mandato y ocuparon tanto el palacio gubernamental como la sede del Banco Central en Antananarivo, la capital. Según un portavoz presidencial, el almirante Hyppolite Ramaroson, el oficial más veterano de la cúpula de las Fuerzas Armadas, asumirá la jefatura del Estado. Sin embargo, los mandos rebeldes, por boca de su caudillo, el general Andre Ndrianarijaona, ya han anunciado su alineamiento con las tesis de Andry Rajoelina, el líder de la oposición y, aparentemente, nuevo hombre fuerte gracias al apoyo castrense.
Tal y como señala un comunicado de sus partidarios, este joven político ha tomado la dirección de un equipo de transición que organizará las próximas elecciones presidenciales en el país y redactará una nueva Constitución en el plazo de veinticuatro meses.
El desenlace del golpe de Estado culmina tres meses de inestabilidad política y disturbios que han originado 135 víctimas mortales. El Ejército había permanecido ajeno al enfrentamiento entre los dos dirigentes hasta el último pronunciamiento. Antes del mismo, Rovalomanana se desplazó a una residencia oficial situada a las afueras de la ciudad. Ayer se desconocía su paradero, aunque medios diplomáticos estadounidenses han hecho pública la intención de garantizar su seguridad y, posiblemente, asilo.
La Unión Africana ya se ha declarado contraria a esta violenta interrupción del proceso democrático, mientras que Bruselas ha expuesto su intención de no reconocer a un gobierno surgido del 'putsch'. Rajoelina y sus huestes han motivado el levantamiento a través de acusaciones de malversación e incumplimiento manifiesto de la Carta Magna.
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