Aunque pueda deberse a una mera coincidencia, las muertes súbitas de un grupo de jóvenes banqueros que trabajaban o trabajaron para J.P. Morgan Chase & Co. u otras entidades financieras internacionales como Citigroup Inc. o el Deutsche Bank en Londres, han suscitado todo tipo de teorías conspiratorias.
Detallar las extrañas circunstancias de sus muertes nos llevaría mucho tiempo y espacio, basta señalar que de los 64 fallecidos, unos se quitaron aparentemente la vida, otros murieron en accidentes deportivos y algunos simplemente desaparecieron.
Entre los que cometieron suicidio, destaca la trágica historia dejan Peter Schmittmann, ex director ejecutivo de ABN Amro Netherlands, que antes de suicidarse mató a su mujer y a su hija.
Entre los desaparecidos se encuentra David Bird, de 55 años, corredor de maratón y periodista del Wall Street Journal encargado de informar sobre los productos financieros que se desplomaban.
El 5 de enero de 2015, salió de su casa en Long Hill Township, Nueva jersey a dar un paseo y nunca más se supo de él.
Se marchó sin su teléfono móvil y sin los fármacos que precisaba tomar dos veces al día.
Estas desapariciones, muertes súbitas y suicidios son rarísimos.
O se trata de una increíble coincidencia o estamos ante un recordatorio lamentable de lo difícil que puede resultar trabajar en un mundo de tanta presión como es el financiero, opina el escritor de finanzas William D. Cohan, autor de El precio del silencio, 2014.
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