El uso de palomas mensajeras como medio de comunicación de larga distancia se remonta a miles de años atrás; sin embargo, hasta hace poco se desconocía cómo es que estas aves son capaces de encontrar el camino de regreso (las palomas suelen ser transportadas en jaulas, se les coloca el mensaje y vuelan de
vuelta a su palomar).
Ahora sabemos que cuando se trata de recorrer largas distancias, utilizan al Sol y al campo magnético de la Tierra como brújulas.
Debido a la interacción fotoquímica que se da en la retina del ave con moléculas de los campos magnéticos, literalmente podrían ver el norte.
Cuando se trata de distancias cortas reconocen elementos del paisaje como edificios, carreteras o colores.
Por si fuera poco, pueden utilizar a la atmósfera como una 'mapa de navegación'.
Esto fue descubierto en 2013 por Hans Wallraff, del Instituto Max Planck para la Ornitología en Seewieen, Alemania.
Para ello sólo requieren captar los olores llevados por el aire, los cuales la paloma asocia con determinadas direcciones del viento; si un olor conocido es más intenso, sabe que va por buen camino.
En cambio, si su sentido del olfato de ve dañado las palomas pierden el rastro y se extravían.
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