Existen cerca de 70,000 especies de crustáceos conocidos por la ciencia.
De ellas, sólo una tiene el 'honor' de ser considerada tóxica: los Speleonectes tulumensis, que no obstante ser de la familia de los cangrejos, langostas o camarones, tienen la capacidad de producir veneno.
Podría decirse que este animal, cuyo hábitat está en la superficie de agua al interior de las fosas marinas de México y América Central, se encuentra a medio camino entre los crustáceos y los artrópodos, a la que pertenecen varios de los animales más venenosos (arañas y escorpiones, por ejemplo).
Aunque el S. tulumensis (parecido a un ciempiés blanco y ciego) era conocido desde los años 80, no fue sino hasta hace poco que investigadores del Instituto de Biología de la UNAM, así como del Museo de Historia Natural de Londres y expertos de la Universidad de Leipzig, en Alemania, descubrieron su toxicidad y el sofisticado sistema que la produce: estos animales presentan dos colmillos de punta hueca conectados a glándulas productoras de toxinas elaboradas de peptidasas, enzimas que también se encuentran en el veneno de las serpientes de cascabel; la sustancia es inyectada a las presas y hace que sus órganos internos se licúen y puedan ser succionados por el S. tulumensis.
Además, este crustáceo genera una sustancia similar al veneno de araña con la cual se cree paraliza a sus víctimas.
No hay comentarios.
Publicar un comentario