Durante la edad media, el mítico unicornio se convirtió en un elemento frecuente en la iconografía religiosa.
Esto porque se le consideraba símbolo de pureza, de este modo era habitual que en los retablos y pinturas acompañara a los santos.
La creencia de que sólo una virgen era capaz de amansarlo se convirtió en un tema recurrente en el arte medieval y renacentista cristiano.
Al menos hasta el siglo XVI, en muchas de estas obras María es retratada con la criatura en su regazo (quien representa a Jesús) lo que de acuerdo con Udo Becker en su enciclopedia de los símbolos aludía al tema de la inmaculada.
En otras, la caza del unicornio representaba la Pasión, por lo que se muestra al animal siendo atravesado por una lanza.
Asimismo se le considera fuerte, sabio y espiritual, y aparece también como emblema de la espada o la palabra de Dios.
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