Esta reacción, que se conoce mejor como combustión, también apareja cada átomo de carbón liberado con carga positiva con dos átomos de oxígeno con carga negativa, y forma el dióxido de carbono o CO2.
Aunque esto disminuye la cantidad de Oxigeno, en la atmósfera, por ahora no hay necesidad de almacenar oxígeno en depósitos.
El gas de la atmósfera está compuesto por un 78 por ciento de nitrógeno, pero el oxígeno molecular le sigue con el 20,94 por ciento.
El por ciento restante cae en otra categoría, sobre todo vapor de agua pero también argón o hidrógeno en gas; el CO, solo supone el 0,04 por ciento de lo que respiramos.
A causa de esta relativa abundancia de oxígeno atmosférico, científicos de la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica de los Estados Unidos, no temen que las emisiones de carbón acaben con las reservas de oxígeno.
Incluso si quemáramos 9,000 millones de toneladas de combustibles fósiles, cada año el oxígeno en la atmósfera solo se reduciría a un 20,88 por ciento.
En comparación, solo quemamos 6,35 mil millones de toneladas cada año en todo el mundo.
Otro de los efectos que esta acción supondría para el medio ambiente seria más contaminación de partículas, temperaturas más altas, esto si seria mucho peor que la disminución de oxígeno.
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