Los grandes guerreros impi de África

Durante muchos siglos la tribu zulú fue un pequeño clan que habitó en lo que hoy es Sudáfrica; sin embargo, durante 1800 se transformaron en una de las mayores potencias de la región.

El secreto de su éxito fue, además del ascenso al trono de Shaka Senzangakhona, mejor conocido como Shaka Zulú, la reorganización de sus fuerzas armadas, los impis.

A pesar de sus orígenes tribales, los impi fueron un ejército bastante organizado.

Estaba compuesto por guerreros jóvenes, los cuales comenzaban su entrenamiento desde los seis años, tiempo durante el que servían a sus superiores como ayudantes, y en tiempos de guerra como exploradores.

El entrenamiento al que se les sometía era agotador, y la disciplina tenía gran peso dentro de su sistema de valores.

Entrenaban descalzos sobre piedras afiladas para que desarrollaran callosidades, de este modo si perdían el calzado podrían moverse en cualquier terreno durante la batalla.

Para su formación, utilizaban el llamado un sistema llamado 'amabutho', cuadros militares en los que muchachos de la misma edad practicaban juntos; el objetivo de estos grupos era que establecieran vínculos estrechos.

Al cumplir 20 años, se unían al ejército regular, ya convertidos en soldados fieros y aptos para la batalla.

Durante las campañas, los impi no portaban armaduras; iban equipados con un escudo, sus lanzas de ataque iklwa y sus mazos iwisa.

Así fue como en la batalla de Isandlwana, el 22 de enero de 1879, vencieron a un ejército de 800 naturales de otras tribus, aliados con 2,000 soldados británicos armados con fusiles.

En esta lucha utilizaron la formación de cuerno de búfalo, con la que rodeaban al enemigo, los mejores soldados se colocaban en el centro en tanto que los menos experimentados se situaban en los extremos, impidiendo la retirada y propiciaban el combate cuerpo a cuerpo, en el cual eran superiores gracias a su enorme fortaleza y velocidad.

Esta fue la primera derrota del ejército británico en África, con un saldo de más de 1,300 muertos, centenares de prisioneros y decenas de heridos.

Durante esta época ganaron fama de sanguinarios dada su tradición de cortar el vientre de sus adversarios caídos en batalla; creían que de esta manera liberaban a los espíritus y evitaban que regresaran al mundo terrenal y persiguieran a sus asesinos.