Por primera vez, dos astrónomos han explicado la diversidad de formas de las galaxias detectables en el universo. Los científicos, Andrew Benson del Instituto Tecnológico de California (Caltech) y Nick Devereux de la Universidad Embry-Riddle de Arizona, han rastreado trece mil millones de años de la evolución de las galaxias, desde el universo temprano hasta la época presente.
Las galaxias son conjuntos de estrellas, planetas, gas y polvo que constituyen la mayor parte de la materia visible del cosmos. Las más pequeñas tienen unos pocos millones de estrellas y las más grandes tienen hasta un billón.
En la década de 1930, el astrónomo estadounidense Edwin Hubble fue el primero en desarrollar una clasificación de las galaxias, que desde entonces se conoce como la "Secuencia de Hubble".
Hay tres formas básicas: las Espirales, donde los brazos de materia aparecen "desenrollados" en un disco desde un pequeño bulbo central; las Espirales Barradas, donde los brazos de materia también aparecen "desenrollados" en un disco desde una gran barra de materia; y las Elípticas, donde las estrellas de la galaxia se distribuyen más uniformemente en un bulbo sin brazos ni disco. Como referencia, la galaxia en que vivimos, la Vía Láctea, tiene como mucho cuatrocientos mil millones de estrellas y está clasificada como una espiral barrada.
Explicar la secuencia de Hubble es complejo. Los diferentes tipos claramente resultan de diferentes caminos evolutivos, pero hasta ahora los científicos no han conseguido dar con una explicación detallada.
Benson y Devereux combinaron datos procedentes del proyecto 2MASS con su sofisticado modelo informático GALFORM para reproducir la historia de la evolución del universo a lo largo de trece mil millones de años. Para su sorpresa, sus cálculos no sólo reproducen las diferentes formas de las galaxias, sino también sus cantidades relativas.
Se piensa que las galaxias están inmersas en grandes halos de materia oscura, y Benson y Devereux creen que tales halos son cruciales para la evolución de las galaxias. Su modelo sugiere que la cantidad de fusiones entre estos halos y sus galaxias determina el resultado final: Las galaxias elípticas resultan de fusiones múltiples mientras que las galaxias con disco no han experimentado ese fenómeno.
La forma de espiral barrada de nuestra Vía Láctea sugiere que ha registrado una historia con sólo unas pocas colisiones menores y al menos un episodio en el que el disco interno se colapsó para formar la gran barra central.
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