Según Frank Drake, el mítico científico fundador de SETI, la digitalización de esas señales nos están haciendo prácticamente invisibles. Si está en lo cierto, ET no podrá diferenciar nuestras emisiones del ruido de fondo que nos rodea Pero ¿estamos realmente a salvo?
En alguna oportunidad habrás escuhado como las señales de radio y televisión que utilizamos para llevar a cada hogar de la Tierra esos contenidos que a menudo nos resultan mortalmente aburridos abandonan nuestro planeta a la velocidad de la luz. Estas señales, viajando a unos 300 mil kilómetros por segundo se irradian al espacio, y cubren a nuestro planeta con una especie de “cascara” esférica de radiación electromagnética que en la actualidad, tiene unos 50 años luz de radio, con la Tierra ubicada en su centro. La televisión analógica, las transmisiones de radio y de radar, entre otras, son detectable desde varios sistemas estelares vecinos, y a medida que pase el tiempo y sigan alejándose de nosotros, serán visibles desde mayor distancia. Si alguna civilización extraterrestre observase estas emisiones, se daría cuenta que en este lugar del Sistema Solar está ocurriendo algo muy poco común. Esto significa que, además de aburridos, los programas de radio y TV podrían hasta ser -desde el punto de vista estratégico- peligrosos, ya que delatarían nuestra existencia.
Dejando las matemáticas (y buena parte del rigor científico) de lado, se puede pensar en las señales analógicas de radio y TV como una fuente de información. Si un científico extraterrestre observa la transmisión de un programa de TV de los 70s, aunque sea completamente incapaz de decodificarla correctamente y ver las imágenes -de hecho, quizás ni pueda “ver” en el sentido que vemos los terrestres- notará claramente que se trata de una señal artificial. Por la forma en que se construye cada imagen que llega a nuestros aparatos de TV, el alienígena notará que cada “x” microsegundos aparece una forma de señal especifica (la que indica que el barrido de la pantalla de TV debe saltar a la linea siguiente), que cada tantas de estas señales aparece otra muy particular (la que hace volver el haz de electrones que forma las imágenes a la parte superior derecha de la pantalla), etc. A pesar del aparente caos que se esconde en la señal, hay muchos eventos que se repiten, revelando un orden subyacente que a todas luces no es natural. Si a esto le sumamos que seguramente va a detectar docenas de señales similares -correspondientes al mismo numero de canales de TV- seguramente se va a sentir muy intrigado de saber que ocurre en el planeta que genera esas señales. Si se trata de una civilización de guerreros -tal como le gusta representar a Hollywood- rápidamente se pondrán en marcha hacia aquí para convertirnos en comida, en sus esclavos sexuales o algo peor.
Sin embargo, en el mundo de hoy tales señales delatoras están desapareciendo. Los recientes “apagones analógicos” y la proliferación de los contenidos de pago -que generalmente se transmiten codificados- convierten nuestras emisiones en algo mucho más parecido al ruido. En efecto, cualquier señal digital puede ser comprimida para aprovechar mejor el ancho de banda disponible. Un canal de TV que transmitía en forma analógica y que acaba de pasarse a la tecnología digital, puede comprimir su señal para que ocupe -por ejemplo- un cuarto del ancho de banda original. Todas las empresas lo hacen, ya que esto reduce costos operativos o les permite emitir cuatro señales diferentes con el mismo costo. Lo interesante de este cambio es que la información, al comprimirse, pierde todas esas señales que mencionamos antes. Los algoritmos de compresión de datos (y los de encriptación, que a menudo se le parecen bastante) son tanto más eficientes cuanto más se parece su resultado a algo creado completamente al azar. Si ET sintoniza sus equipos espías en las frecuencias que utilizamos actualmente, es muy posible que no pueda obtener nada en claro. La esfera de 50 años luz de radio seguirá expandiéndose sin cesar, pero se convertirá en una cascara, una ráfaga de emisiones de 50 o 60 años de duración, seguida por un progresivo “apagón”.
Frank Drake, el mítico científico fundador del proyecto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés) en la década de 1950 y creador de la “Formula de Drake” (que intenta determinar el número de civilizaciones extraterrestres en condiciones de emitir señales de radio) está convencido de que si existen seres extraterrestres lo bastante evolucionados deben de estar buscando vida en otros planetas, al igual que nosotros. El científico, que actualmente se dedica a la búsqueda de señales ópticas de origen extraterrestre y colabora en el diseño de telescopios como el Allen Telescope Array (ATA, o Matriz de Telescopios Allen) de California, también hace notar que la digitalización de los contenidos ha servido para disminuir en forma notable la potencia de nuestras emisiones. Antes, dice Drake, si queríamos que los televidentes consiguiesen una imagen clara en sus receptores, necesitábamos estaciones capaces de emitir señales analógicas con una potencia de casi un millón de vatios. Los protocolos de corrección de errores y la naturaleza de los sistemas digitales hacen que puedan recrearse imágenes de mucha calidad con una potencia cientos de veces menor. Justamente, la reducción de costos y el aumento de la calidad de las transmisiones son dos de los factores más importantes que impulsan la conversión de todas nuestras señales al formato digital. Además, los satélites actuales apuntan la mayoría de sus emisiones a la Tierra sin que escape casi nada al espacio sideral.
ET ya debe estar teniendo problemas para detectar las débiles señales digitales que generan la televisión, la radio y los radares actuales.“Si eso continúa, nuestro mundo será imposible de detectar”, ha dicho Drake en una conferencia de la Sociedad Real para el Avance de la Ciencia Natural que se inauguró el lunes pasado. Si eres de los que protestan por el costo de los canales “premium”, o añoras las viejas antenas de TV análoga sobre los tejados de las casas, piensa que -poniéndonos un poco dramáticos- la tecnología digital puede estar salvándote la vida: ET dentro de poco ya no podrá detectarnos.
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