Desde hace muchos meses, los habitantes de Singapur miran al mar y no ven el horizonte. Apostada frente a sus costas, se encuentra la mayor flota de barcos de cargamento jamás reunida en la historia, una gigantesca formación compuesta por miles de cargueros y petroleros y que, en su conjunto, iguala en número de barcos a las armadas de EEUU y Gran Bretaña juntas.
Simon Parry bautiza acertadamente esta formación en las páginas del Daily Mail como la "flota fantasma de la recesión", dado que los cargueros llevan anclados aquí desde que comenzó la crisis mundial y se frenó el intercambio de mercancías a escala global.
El puerto de Singapur ya era uno de los más transitados del mundo, pero ahora barcos llegados de todos los rincones del planeta han elegido estas aguas para quedarse hasta que escampe el temporal económico. Según explicaba en mayo en The New York Times, el motivo es que se trata de una zona con escasas tormentas, el combustible y las reparaciones son baratas, y se encuentran a tiro de piedra de los más importantes puertos de Asia, donde quizá reciban un encargo.
“Antes”, relata un pescador local entrevistado por Simon Parry, “no había nada aquí, solo mar. Entonces aparecieron los grandes barcos y cada día aparecen más”. Los cargueros están vacíos y sin tripulaciones, apenas unos hombres para evitar los actos de piratería, así que algunos lugareños ya hablan de “barcos fantasma”. “Nunca vemos a nadie a bordo”, dice el mismo pescador, “y algunas personas les tienen miedo. Creen que pueden traer una maldición y que tienen malos espíritus”.
Los barcos se apartan de la costa porque así no pagan los costes del puerto y la ley les permite permanecer durante meses sin tripulación. La acumulación es de tal calibre que se aprecia en Google Maps y decenas de usuarios de Flickr cuelgan las fotos que toman desde el avión cuando sobrevuelan la zona. Las autoridades también monitorizan su presencia vía satélite y advierten del creciente peligro de colisiones por la congestión entre las aguas de Malasia e Indonesia.
En el origen de esta situación está la crisis y la caída de los precios. Hace un año, por estas fechas, contratar un barco de 80.000 toneladas costaba unos 50.000 dólares al día y ahora se paga hasta 10 veces menos. Las compañías no reciben encargos y no pueden trabajar, y la cadena afecta a miles de trabajadores y a los astilleros de todo el planeta. Los diferentes gobiernos llevan semanas hablando de muestras de recuperación económica pero hay un indicador que resultará infalible: el día en que la zona se despeje, la actividad comercial mundial se habrá puesto de nuevo en marcha.
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