Jazmín tiene al Sultán; Ariel, al Rey Tritón, y Bambi, a sus amigos silvestres, pero ninguno posee una madre cariñosa que los arrope por las noches.
Desde sus inicios, la compañía de Mickey Mouse se ha distinguido por adaptar y crear historias cuyos protagonistas crecen sin una figura maternal o, bien, la pierden en el transcurso del filme.
Incluso, si ésta aparece en la trama, su rol es muy breve como en La Bella Durmiente 1959 o Enredados 2010.
Sin embargo, por más hipótesis fanáticas que tratan de explicar este fenómeno, Don Hahn, productor de algunas de las obras más emblemáticas de dicho estudio (entre ellas La Bella y la Bestia , El rey León y El jorobado de Notre Dame, dice que la razón estriba en la muerte trágica de la progenitora del propio Walt Disney: "A principios de 1940, Walt acumuló una gran fortuna debido a sus cintas, por lo que pudo adquirir una casa para sus padres.
Cuando ellos se mudaron, él mismo mandó a reparar un horno descompuesto, pero el problema siguió.
Fue justo una fuga de gas la que causó la hospitalización de su padre y la muerte de su madre [...] Walt nunca habló del suceso porque se sentía responsable. De hecho, aunque no es un secreto, nadie lo comenta", dice Hahn, quien asegura que la pérdida, además de atormentar la vida personal de Disney, marcó todos los trabajos posteriores del estudio.
Otra explicación señala que las familias incompletas resuelven rápido el desarrollo de los personajes a través de la historia.
"Debido a que las películas de Disney tienen una duración corta, los protagonistas asumen grandes responsabilidades en muy poco tiempo. Es más práctico y rápido que maduren cuando eliminas a sus padres", dice Dan.
Ambos factores, aunque crueles, estipularon un tema emocional que muchos filmes infantiles continúan emulando.
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