Un video muestra el software de reconocimiento facial en uso en la sede de la compañía de inteligencia artificial Megvii en Pekín.
En la ciudad de Zhengzhou, China un oficial de la policía que llevaba lentes con reconocimiento facial divisó a un contrabandista de heroína en una estación de trenes.
En Qingdao, China, cámaras que funcionan con inteligencia artificial ayudaron a que la policía atrapara a dos decenas de sospechosos criminales en medio de un enorme festival de cerveza que se celebra todos los años.
En Wuhu, China, una cámara identificó a un sospechoso de homicidio que estaba fugitivo mientras compraba comida a un vendedor callejero.
Con millones de cámaras y miles de millones de líneas de código, China está construyendo un futuro autoritario de alta tecnología.
China está acogiendo tecnologías como el reconocimiento facial y la inteligencia artificial para identificar y monitorear a 1,400 millones de personas. El país busca montar un inmenso sistema de vigilancia nacional sin precedentes, con la ayuda crucial de su floreciente industria tecnológica.
China está invalidando la visión común de que la tecnología es una gran democratizadora que da más libertad a las personas y las conecta con el mundo. En China, ha derivado en control.
En algunas ciudades, las cámaras escanean las estaciones de trenes para encontrar a los más buscados de China.
En monitores del tamaño de vallas publicitarias se muestran los rostros de peatones imprudentes y la lista con los nombres de la gente que no puede pagar sus deudas.
Los escáneres de reconocimiento facial vigilan las entradas de los complejos habitacionales. En China ya hay un estimado de 200 millones de cámaras de vigilancia. cuatro veces la cantidad que hay en Estados Unidos.
Estos esfuerzos complementan otros sistemas que rastrean el uso del internet y las comunicaciones, los alojamientos en hoteles, los viajes en tren y en avión, e incluso los trayectos en auto en algunos lugares.
Algunos lugares están mucho más avanzados que otros. El software invasivo de vigilancia se ha instalado en el occidente del país para rastrear a miembros de la minoría musulmana de la etnia uigur y mapear sus relaciones con amigos y familiares, de acuerdo con software al que tuvo acceso The New York Times.
"Esto es posiblemente una manera completamente nueva para que el gobierno maneje la economía y la sociedad", opinó Martin Chorzempa, un investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional.
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