En los seres humanos, los dientes conocidos como tercer molar (los últimos de un grupo de dientes que trituran la comida para convertirla en una bola alimenticia fácilmente digerible) tienden a amontonarse en la boca de los adultos y requieren muy a menudo ser extirpados.
Pero el resto de los mamíferos sí parecen tener sitio para las llamadas “muelas del juicio” al igual que los neandertales y otros homínidos.
Así que, ¿por qué estas muelas nos causan tanto dolor?
La genética juega un papel importante en la forma y el tamaño de la mandíbula, pero su desarrollo también depende de la masticación que hayamos practicado durante la infancia.
El hecho de que cocinemos la comida en lugar de arrancarla a dentelladas hace que la masticación sea más fácil.
Como resultado, nuestras mandíbulas se han ido encogiendo en relación a las de nuestros antepasados pre agrícolas, así que nos cuesta acomodar las tres series de molares.
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