La Unión Soviética oculto celosamente durante décadas cuál fue el destino de la perrita Laika, lanzada al espacio en el Sputnik II el 3 de noviembre de 1957.
Y lo cierto es que el viaje tuvo un final rápido y trágico para ella: el can falleció en pleno vuelo, tan solo unas seis o siete horas después de despegar.
Las autoridades soviéticas habían concebido la misión como una operación de propaganda, que coincidía con el 40 aniversario de la revolución bolchevique: La URSS sería la primer nación en llevar un ser vivo al espacio exterior y demostrar
que se podía sobrevivir en órbita.
Pretendiendo dar la imagen ante el mundo de que todo estaba controlado, se dijo que la perrita volvería en paracaídas, pero lo cierto es que no se pudo preparar un módulo de retorno y se programó la eutanasia de Laika con comida envenenada.
Pero no resultó necesaria, porque un fallo técnico durante el ascenso provocó que la cabina de la nave alcanzara los 40 °C de temperatura y Laika muriera víctima del estrés y del sobrecalentamiento.
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