En la práctica es imposible disponer de una máquina que alcance la velocidad
de la luz.
En física experimental puede hacerse cualquier cosa, siempre y cuando se respeten los modelos teóricos vigentes.
El físico mexicano Miguel Alcubierre es conocido por haber especulado a mediados de 1990 con un método por el que seria posible disponer de un motor de empuje
híper espacial.
Para conseguirlo seria necesario crear una expansión del tejido espacio-temporal en la parte posterior de una nave, mismo que obligaría a la zona frontal de la misma a contraerse
Al remontar esta especia de ola, la nave entraría en una burbuja que le serviría como medio para desplazarse
Pero la nave no se movería en realidad, permanecería estacionaria mientras el espacio seria el que se desplace.
Basados en esta idea, Gerald Cleaver y Richard Obousy, de la Universidad de Baylor, en los Estados Unidos, proponen utilizar los principios de la teoría-M, derivada de la teoría de cuerdas, en la que se podría expandir y comprimir una onceava dimensión hipotética para crear dicha burbuja.
Si bien esto no deja de ser una idea muy ambiciosa, lo primero que se tendría que comprobar es la validez de la teoría-M, lo cual Cleaver piensa podría suceder hasta el siguiente milenio (en caso de que esto fuera posible)
Otra propuesta no menos compleja son los tubos superlumínicos de Serguei Krasnikov, físico de la Universidad de San Petesburgo. Rusia.
Dicho mecanismo especulativo, propuesto en 1995, seria similar a un agujero de gusano, construido con base en el tejido espacio-temporal, que formaría una mega estructura con forma de columnas de varios kilómetros de alto.
Las posibilidades de realizarlo, material y económicamente, son casi nulas.
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