Gracias a la Ley de la Gravitación Universal y la Mecánica acuñadas por Newton (o, con mayor precisión, a la Teoría General de la Relatividad de Einstein) es posible conocer cómo se debe mover cualquier objeto por acción de la fuerza de gravedad.
Ambas son leyes universales y por tanto ni siquiera los planetas en el espacio deberían ser capaces de eludirlas. Pero a mediados del siglo XIX se llegó a considerar que podían fallar, porque se había constatado que el movimiento del planeta Urano no correspondía perfectamente con ellas.
En lugar de sacrificar las leyes newtonianas algunos astrónomos pensaron que, sí se suponía la existencia de una masa invisible que alterara el movimiento de Urano por efecto de su fuerza gravitatoria, el extraño movimiento se podría explicar.
Poco tiempo después Neptuno fue descubierto, ocupando exactamente el mismo lugar y masa que los científicos habían predicho basándose únicamente en su atracción gravitatoria.
Ya en el siglo XX los astrónomos se enfrentaron a una situación similar, pero esta vez al tratar de determinar la masa de nuestra galaxia, la Vía Láctea, usando la Ley de la Gravitación.
La materia oscura se puede considerar como una masa faltante que al parecer permea todo el Universo, y de acuerdo con las predicciones podría ser seis veces más abundante que la materia visible.
Lo más probable, es que se trate de nuevo tipo de partículas elementales (no previstas
por el Modelo Estándar) que tienen masa pero no carga eléctrica, que no emiten ni absorben
luz, ni sienten la fuerza fuerte, pero que forman nubes difusas dentro de y en la vecindad de las galaxias.
De esta forma la materia oscura daría razón de aproximadamente 23% del contenido del Universo, mientras que el restante 77% estaría dividido entre la materia ordinaria, que compone todo lo que podemos ver a nuestro alrededor, y la energía oscura, algo sobre lo que los científicos tienen todavía mayores dudas.
Asombrosamente esta energía constituiría 73% del Cosmos por lo que la materia
ordinaria, considerada por el Modelo Estándar, representa tan sólo 4% de la energía total existente y su importancia radica en que es la culpable de que nuestro Universo se esté expandiendo cada vez más rápido.
A lo largo de su historia ha estado en un proceso de constante expansión, alejando cada vez más a las galaxias unas de otras, pero debido a la atracción gravitatoria que las galaxias ejercen entre sí esta expansión debería estar frenándose.
Sin embargo esto no sucede pues, al contrario, se acelera.
Para darle sentido, algunos teóricos han retomado la constante cosmológica, propuesta por la Teoría de la Relatividad que sugiere una densidad de energía constante, capaz de llenar el espacio.
Otra hipótesis es que se trate de un tipo de fluido energético; o que la Teoría de la Relatividad tenga algún error.
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