Los seres humanos no evolucionaron de los simios, gorilas o chimpancés.
Todos somos especies modernas que han seguido diferentes caminos evolutivos, aunque los humanos comparten un ancestro común con algunos primates, como el mono africano.
La línea de tiempo de la evolución humana es larga y polémica, con brechas bastante significativas.
Los expertos no se ponen de acuerdo sobre muchos de los puntos de inicio y final de las distintas especies.
Decir que somos más "evolucionados" que los demás primates está mal.
Pensando que una especie evoluciona con el fin de sobrevivir es poner la carreta delante del caballo.
Las mutaciones genéticas ocurren todo el tiempo, sin estridencias y con frecuencia sin ningún cambio apreciable en el estilo de vida del organismo.
En general, las mutaciones más probables a ser transmitidas a las generaciones futuras son aquellas que son útiles para cualquier individuo o supervivencia de las especies.
La "utilidad" de una mutación depende en gran medida de cambio de los factores ambientales como los de alimentos, los depredadores y el clima, así como sobre las presiones sociales.
La evolución es una cuestión de llenar los nichos ecológicos y sociales. Los simios africanos todavía existen, ya que su entorno ha favorecido el éxito reproductivo de los individuos con material genético diferente que el nuestro.
La evolución es un proceso continuo de prueba y error, del que todos los primates modernos son todavía una parte.
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