Sí, diversos grupos religiosos optaron por sumarse a las supuestas fuerzas del mal.
Uno de los primeros fueron los gnósticos, quienes mantenían una visión dualista del mundo y aseguraban que había sido creado por un ejército de ángeles caídos, por lo cual el verdadero infierno se hallaba en la Tierra.
La naciente Iglesia Católica consideró que tales aserciones eran una herejía, y a lo largo de los primeros siglos de la era cristiana se dedicó a perseguir a los gnósticos.
Otro grupo satánico bien identificado fue el de los paulicianos, conformado por una comunidad armenia que vivía fuera del alcance del Imperio Romano.
En un sínodo de 719, Juan de Ojún los acusó de llevar a cabo prácticas terribles, como las relaciones incestuosas con sus madres y el sacrificio de infantes para incorporar su sangre a la mezcla con la que se preparaba el pan de la eucaristía, elementos reales o imaginarios que prevalecen en la moderna concepción de las llamadas "misas negras".
Los focos del satanismo y su correspondiente persecución se extendieron a distintos puntos de Europa.
En 1022 fueron ejecutados diversos habitantes de la ciudad francesa de Orleans bajo las acusaciones de incesto y canibalismo.
Es importante señalar, sin embargo, que no todas las incriminaciones tenían una base real y que la Iglesia pretextaba un infundado satanismo para perseguir a sus enemigos políticos y religiosos.
Aunque los ejecutados de Orleans negaban muchas prácticas de la Iglesia, se consideraban bendecidos por el conocimiento divino y la gracia del Espíritu Santo.
Varios grupos más fueron acusados y procesados por adorar al demonio.
Entre ellos sobresale el de los cátaros o albigenses, el más famoso hasta nuestros días, quienes consideraban que el bien y el mal luchaban en igualdad de condiciones y así lo harían hasta el final de los tiempos.
Fueron uno de los movimientos heréticos perseguidos con mayor ahínco por la Iglesia.
También está el caso de los templarios, cuyo combate fue una persecución política-económica rodeada de falsas imputaciones de satanismo para justificarlo moralmente.
Mencionemos, por último, a los waldensianos y los luciferinos.
Adoradores o no de Satanás, todos contribuyeron a la creación de la imagen del diablo y los ritos de sus supuestos seguidores a lo largo de la Edad Media, y aun después del Renacimiento.
Fuente: Denise Horton, Devil Worship in the Middle Ages. |
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