En la creencia popular esto fue cierto, aunque historiadores romanos como Dión Casio (155-229) y Gayo Suetonio Tranquilo (70-140) aseguran que únicamente lo planeaba.
La creencia se basa en el hecho de que el emperador Calígula (12-41) trataba a su caballo de carreras favorito, Incítatus, con particular deferencia (por ejemplo, lo hacía comer en platos de oro y su sueño era velado antes de una competencia) así como en el poder que el joven soberano tenía para nombrar a los miembros del consulado, Sin embargo, haciendo uso de su oscuro sentido del humor pudo haberlo planteado sólo como una forma de incomodar a los cónsules o incluso éstos pudieron inventarlo para hacer quedar mal al
malogrado emperador.
Fuente: Vida de Césares, de Anthony A. Barret
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