El Vía crucis, como hemos visto, nació junto con una expresión estética de las artes plásticas.
La Pasión de Cristo ha sido abordada por un número incalculable de artistas de todas las épocas. Muchas de estas obras aún se conservan en templos católicos alrededor del mundo y algunas se cuentan entre las grandes obras maestras de todos los tiempos: la Piedad de Miguel Ángel (1475-1564), resguardada en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano; Lamentación sobre Cristo Muerto,fresco de Giotto (1266-1337) , comisionado para la Cappella degli Scrovegni, en Padua, Italia; La Crucifixión de Tintoretto (1518-1594) en la iglesia de San Cassiano, en Venecia, o La Resurrección de El Greco, en Santo Domingo el Antiguo, en Toledo, España, son sólo unos cuantos ejemplos.
Por otro lado se encuentran los miles de lienzos guardados en las pinacotecas de museos como el Louvre, la National Gallery o el Prado, entre otros, de cuyos muros cuelgan soberbias representaciones de distintas escenas de La Pasión pintadas por los más célebres artistas del Renacimiento; Tíziano, Rafael, Murillo, Velázquez, Rembrandt y Veronese, por mencionar algunos.
De las representaciones completas del Via Crucis destacan las elaboradas por Alberto Durero (1472 – 1528) quien realizo en grabado Tres series, La gran Pasión, la mas reconocida de ellas,le llevo mas de una década ejecutarla y esta compuesta de once imágenes que terminan con la resurrección.
En la actualidad el pintor colombiano Fernando Botero (1932), el artista vivo más cotizado del arte latinoamericano y famoso por sus cuadros y esculturas de figuras regordetas, prepara una serie de 60 a 80 pinturas sobre el Vía crucis, 25 de las cuales exhibirá en Nueva York a finales de 2011.
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