El impacto de un asteroide gigantesco provocó la cicatriz que un aficionado captó en la superficie de Júpiter en julio de 2009, aseguraron científicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA.
Imágenes infrarrojas de tres telescopios permitieron a los científicos observar las temperaturas cálidas de la atmósfera, así como condiciones químicas únicas asociadas con el impacto de un asteroide.
"Juntando las muestras de gas y escombros oscuros producidos por las ondas de choque generadas tras el impacto, un equipo internacional de científicos determinaron que el objeto que impactó Júpiter era más parecido a un asteroide rocoso que a un cometa helado", informó el JPL en su página de internet.
"El hecho del impacto en sí y el que haya sido un asteroide y no un cometa significarían que el exterior de nuestro sistema solar es un lugar más complejo, violento y dinámico que puede dar más sorpresas", dijo Glenn Orton, astrónomo del JPL e investigador principal del estudio.
La nueva conclusión coincide con datos tomados por el telescopio espacial Hubble que indicaban que los escombros de la colisión detectada en 2009 por el astrónomo aficionado Anthony Wesley en Australia eran más pesados y densos que el del cometa Shoemaker-Levy 9, objeto que se sabía había impactado contra la atmósfera del planeta en 1994.
Antes de esta colisión, los científicos creían que sólo helados cometas eran los objetos que podían golpear a Júpiter dado que tenían órbitas inestables que provocaban que se acercaran demasiado al planeta, el cual finalmente succionaba por su fuerza gravitacional.
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