sábado, diciembre 04, 2010
COP16 , La Babel climática
Con la frente pegada al piso de su habitación en dirección a La Meca el negociador musulmán Marmout Natine prepara la primera oración del día para ofrecer sus esfuerzos para mejorar al planeta.
Proveniente de Togo, un pequeño país ubicado en el África Occidental, acude a la cumbre climática con la consigna de buscar financiamiento para proyectos productivos que ayuden a enfrentar la desertificación, que afecta ya al 80 por ciento del territorio de su patria.
"Las naciones africanas estamos padeciendo ahora, en la actualidad, los problemas derivados del clima. No es en un futuro, es ahora", plantea mientras camina rápidamente para reunirse con los demás representantes de países de África antes de participar en la mesa sobre financiamiento de la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP16).
Natine, agrónomo de profesión, es el único delegado que envió Togo al evento pero está convencido de que todos los países, por más pequeños que sean, tienen el derecho de exigir compromisos por parte de todas las naciones.
"La solución debe venir lo más pronto posible, porque aunque muchas otras naciones tienen tiempo, nosotros no lo tenemos", insiste.
La cumbre climática reúne por dos semanas a miles de personas procedentes de 192 países, con decenas de idiomas en juego, culturas muy heterogéneas, prácticas muy diversas de negociación y distintos niveles de representación.
Todos aseguran perseguir los mismos objetivos globales básicos, pero defienden, de una u otra manera, la necesidad de compromisos diferenciados a partir de las necesidades de cada país.
Mezclados entre los representantes oficiales, pero inconfundibles, numerosos integrantes de organizaciones civiles de todo el mundo participan como observadores en las mesas de trabajo de la cumbre.
"Nosotros estamos aquí porque en Bolivia estamos sufriendo una de las mayores crisis de agua y nuestros cultivos ya no rinden como antes", explica Emilio Cortés, quien el primer día de las discusiones se dedicó a repartir hojas de coca y a explicar lo que el cambio climático le produce al cultivo.
El hotel Moon Palace, la sede principal de la conferencia, se convierte conforme avanza el día en un hervidero de personas vigilado a la distancia por personal de seguridad de Naciones Unidas.
En el lugar se realizan reuniones de grupos de trabajo, sesiones informales de discusión, conferencias y ruedas de prensa.
Muchos de los asistentes a la cumbre aprovechan cualquier descanso para salir a disfrutar del sol de Cancún. Los días nublados no han impedido que las mesas colocadas en los jardines luzcan ocupadas la mayor parte del tiempo.
Otros aprovechan los recesos para comunicarse por internet con su familia. Los rostros sonrientes abundan en esos lapsos.
Para algunos, la comida representa un problema por los hábitos alimenticios o su alto costo.
"No podemos comer cerdo, por eso encargamos un menú específico para nuestros compañeros, aunque lo demás sí lo hemos probado y a casi todos nos gustan las cosas picosas, pero es muy caro", comenta un integrante de una ONG de la India.
Con un presupuesto de 50 dólares al día, no pocos delegados oficiales prefieren regresar a su hotel a cenar después de un día de trabajo.
El el Cancunmese, centro de convenciones habilitado como espacio para exposiciones y restaurantes, el platillo más solicitado son los tacos.
"A los chinos les gustan mucho con pastor y queso. Los africanos lo que más piden son los de bistec. En general, lo más solicitado son las gringas", explica entre risas Toño, taquero poblano que explica a la menor provocación los "secretos" de la elaboración del platillo mexicano.
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