viernes, junio 18, 2010
Poca esperanza para aves empetroladas
Michael Seymour mira al pelícano empetrolado que flota cerca de una isla en el golfo de México y hace una mueca de frustación porque, una vez más, no hay nada que pueda hacerse para ayudarlo.
Una mancha cubre la cabeza blanca y el pecho y alas marrones del pelícano.
Pero el petróleo, salido del derrame provocado por la británica BP, no es lo suficientemente espeso para impedir que el ave vuele, y a Seymour se le dificulta acercarse.
"La única manera de aproximarse a un ave en esta condiciones es perseguiéndola hasta que se canse", dice Seymour, un ornitólo que trabaja en el Departamento de Vida Salvaje y Pesca de Luisiana.
Pero con ello lo someteríamos a más estrés del necesario, explica.
Las aves empetroladas abundan en la zona del golfo de México luego de que explotara la plataforma petrolera de BP, en la peor catástrofe ambiental de la historia estadounidense.
El problema es encontrar a un ave que pueda ser rescatada sin provocar más daño.
Algunos principiantes en su afán de hacer el bien terminaron aplastando y destruyendo los huevos en una colonia de pelícanos o separando a los pichones de sus padres. Esto sólo provocará que estas crías jamás aprendan a sobrevivir por su propia cuenta.
"Es una decisión dura de tomar, pero algunas veces tenemos que tomar decisiones difíciles por el bienestar de las aves", dice Seymour, mientras le pide al capitán del barco que se dirija a otra isla mientras deja atrás al pelícano empetrolado.
Algunas veces puede ayudar pero se corren riesgos. La mayoría de las veces Seymour simplemente mira a las aves esperando que logren limpiarse solas.
Unas 530 aves empetroladas fueron capturadas a tiempo para ser tratadas y devueltas a su hábitat natural. Además, unas 725 aves muertas fueron recogidas como evidencia.
El petróleo sigue extendiéndose en la costa de Luisiana.
"Sería bueno tener controlada la fuga. No sabemos cuándo terminará esto, y somos conscientes de que el petróleo seguirá viniendo con las olas", dice.
La mayor preocupación de Luisiana es el tratamiento de las especies que ya fueron afectadas, como los pelícanos marrones y las grullas rojas, afirma Seymour.
El pelícano marrrón, el ave que reperesenta a Luisiana, estuvo a punto de extinguirse en los años 70 por una contaminación con pesticida DDT.
Hoy los pelícanos enfrentan la doble amenaza del petróleo y de los disolventes aplicados por BP al mar, que contaminan el agua y envenenan a los peces.
Existen sólo unas 100 casales de grullas rojas en el estado de Luisiana, dijo Seymour. Y una banda de petróleo atravesó el área protegida de una isla cerca de Grand Isle donde varios casales están anidando.
"No nos podemos permitir perder ni una sola de estas aves", sentenció.
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