Es lo que tiene una carrera espacial de verdad. Los políticos, los periódicos y la opinión pública te empujan a pensar a lo grande. A principios de los años 60, en el momento de mayor éxito de las misiones espaciales soviéticas, hubo quien temió una luna pintada del rojo. Una década después, un científico de la NASA llamado Richard Vondrak estudió la posibilidad de dotarla con una atmósfera como la nuestra. Al menos, temporalmente.
Los árboles integrales es una curiosa novela de Larry Niven que plantea la posibilidad de construir una civilización en un “Anillo de Humo” , un toro de aire y vapor de agua que orbitaría alrededor de una estrella de neutrones. Es una muestra de cómo puede formarse una atmósfera incluso en los ambientes mas desolados. Pero, ¿en la Luna? ¿Sería posible una atmósfera en nuestro satélite?
En realidad, el problema debe dividirse en dos partes. Primero, ¿es posible formar una atmósfera?
Y segundo, ¿sería posible mantenerla? Naturalmente, un punto importante es definir que consideramos una atmósfera. La superficie lunar no es un vacío absoluto. Su “atmósfera” contiene, por centímetro cúbico, unos 80.000 átomos de argón, helio y varias impurezas mas. Apenas 10.000 kilogramos repartidos por toda su superficie. Eso es tan poco que se calcula que las misiones Apolo duplicaron la densidad de la atmósfera lunar solo con los gases emitidos en el aterrizaje y despegue.
Sin embargo, se necesita una gran cantidad de material para formar una atmósfera respirable. Una posibilidad es traerlo de fuera. Utilizar cometas como fuente de materias primas y dejarlos caer con “suavidad” para que la mayor parte del material no sea despedido de vuelta al espacio. Esquemas de este tipo se han propuesto para terraformar Marte. Aunque tampoco es imprescindible recurrir a fuentes externas. Las rocas lunares están formadas por óxidos y el oxígeno representa una parte importante de su masa.
El problema es extraerlo. El estudio original de 1974* calculaba que serian necesarias decenas de miles de bombas nucleares para fundir estas rocas y liberar parte de su oxigeno. Pero podemos imaginar métodos mas pacificos. Una idea sería utilizar la nanotecnología para diseñar máquinas capaces de reproducirse y que se alimentasen por energía solar. Extraerían su materia prima del suelo lunar, rico en silicio y minerales como el titanio y el hierro. Y, en el proceso, liberarían el oxigeno. En resumen, con la tecnología adecuada, la Luna dispone de materiales y energía suficientes para formar una atmósfera.
Pero aún nos queda resolver el segundo problema y este es bastante más difícil. Para saber si un cuerpo puede retener su atmósfera es necesario conocer su masa y su distancia al Sol. En primer lugar, tiene que ser lo bastante masivo para atraer gas y mantenerlo cerca. La Luna podría cumplir con este requisito ya que no estamos hablando de un pequeño asteroide. Se trata del quinto satélite más grande de nuestro sistema solar, con una gravedad lo bastante alta para adquirir la forma de una esfera al igual que la Tierra. Sin embargo, esta demasiado cerca del Sol para su tamaño.
La radiación solar calentaría su atmósfera expandiéndola. La radiación ultravioleta atacaría sus moléculas, formando iones y el viento solar acabaría arrastrándola hasta hacerla desaparecer. Aunque costaría tiempo. Unos cuantos cientos o incluso miles de años. Apenas un parpadeo para las escalas habituales en astronomía pero suficiente para formar una sociedad, una cultura y verla crecer en la superficie lunar.
No consigo decidirme. No se si dar una atmósfera a la Luna y hacerla habitable sería cumplir con los sueños de generaciones o el peor atentado ecológico contra la naturaleza de nuestra civilización. Quizás sea ambas cosas.
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