Muchas veces en novelas o cuentos de marineros y piratas existe el concepto de la “isla de la muerte”, una isla habitada enteramente por muertos, o en cuyas arenas fallecieron tantas personas que se hizo pertinente darle un apodo más que convincente para mantener alejadas de sus costas a futuras víctimas incautas. De todas maneras una vez más la realidad le gana a la ficción, ya que la Isola di San Michele, ubicada en las afueras de Venecia, es la única porción de tierra cuya totalidad de su extensión se encuentra ocupada completamente por tumbas.
Nombrada en honor a uno de los arcángeles bíblicos la isla es prácticamente una porción de historia, no solo por la notoriedad e importancia histórica de algunos de sus habitantes, sino porque su temática y estructura se remonta a cientos de años en el pasado. Su origen como cementario comienza a principios del siglo 19 cuando tropas francesas al mando de Napoleón dominaban el lugar.
Prontamente éstos comenzaron a notar que los difuntos eran enterrados en las pocas porciones de tierra de la ciudad y, en algunos casos, los arrojaban a las aguas tras una ceremonia de despedida, costumbre practicada durante siglos. Pensando que esto sería grave para la salud de las tropas obligaron a Antonio Selva a designar un cementerio en una isla cercana a las tierras de la ciudad.
Prontamente el cementerio se fue poblando, y al día de hoy es uno de los lugares más maravillosos del planeta. No solo por poseer una de las Catedrales Renacentistas más antiguas del mundo (fundada en 1469), sino porque además en las esculturas, pinturas y diseños que acompañan a las tumbas trabajaron algunos de los más reconocidos artistas de todos los tiempos
Fuente
isla de la muerte
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