Vivir en un universo virtual no es una posibilidad descabellada, de hecho
muchas gente ha tratado de resolver el enigma de estar dentro de una simulación,
ser parte de un misterioso programa para ordenador, y que algún friki misterioso
este jugando con nuestro destino, si algo parecido al popular juego de The
Sims.
La idea de la simulación del universo viene de Frederick Pohl, quien lo
propuso hace ya varias decadas logrando adeptos en el mundo de la ciencia, muchos más de los
que piensas.
En la actualidad, un equipo de físicos que tienen su sede en la
Universidad de Washington está trabajando para demostrar que este lugar donde
vivimos solo es un espacio virtual, como lo hemos visto en muchas
películas entre ellas algunas famosas como The Matrix y Vanilla Sky.
¿Pero podría serlo realmente? La respuesta es simple: Sí.
Este articulo explora algunos hechos curiosos, que apoyarían que todo
este universo es una simple simulación.
Las simulaciones ya existen, las hemos hecho en múltiples ocasiones.
Desde Los SIms al Civilization, pasando por miles de trabajos científicos, cada
vez más complejos dado que la potencia de computación se duplica cada dos años.
En cuanto esta permita que los elementos que la integran sean capaces de ser
conscientes de sí mismos podrás estar viendo en tu pantalla un universo creado,
sin que los elementos que la componen tengan idea que viven en un mundo virtual.
Estos podrían incluso hacer lo mismo y lanzar simulaciones. Pero si eso es
posible, nada impide que nosotros seamos una capa superior de la simulación.
Alguien o algo crea una simulación que somos nosotros, que creamos unos
potentes Sims que lanzan simulaciones.
Si nosotros somos capaces de hacerlo y que funcione, nada garantiza que
seamos la última capa y no haya otra sobre nosotros.
Por bien redactado que esté el código de un programa siempre existen
pequeñas fallas al correrlo. Lo hemos visto un millón de veces en los juegos,
que de repente aparece algo que no debiera estar ahí.
Esto daría explicación a
cosas que aparentemente carecen de sentido en nuestro universo, como el interior
de los agujeros negros, y darían solución a sucesos y experiencias que conocemos
como paranormales.
Quizás un objeto cambia de lugar, o un ser fallecido se
aparece borroso en alguna ocasión, y en general múltiples de esas experiencias
no sean más que una simple falla en la ejecución del código del programa.
A gran escala, existen numerosos ejemplos inexplicables, como el ya
mencionado de los agujeros negros, el gran atractor, o tantos otros.
Todo en el universo, puede ser explicado mediante las matemáticas, y si
no se puede, es que todavía no hemos hallado cómo.
Las matemáticas llegan a una
complejidad tal que en numerosas ocasiones es más fácil explicar el universo
empleándolas que con palabras.
Ahora bien, si todo puede escribirse mediante el uso de las matemáticas,
todo podría ser fácilmente descompuesto en código binario, o unidades básicas de
programación, lo que posibilitaría que tras ello, pudiera existir un Dios
creador programador.
El principio antrópico es uno de los pilares de la filosofía aplicada a
la ciencia, en el que se dice que si se deben dar unas condiciones para que algo
exista, estas se darán para dicho artilugio.
Una concepción más fuerte del principio, afirma, de forma simplificada, que
siempre debe existir un procesamiento inteligente del universo. Lo que sin duda,
es compatible con la teoría de la simulación.
Todo en el universo está ajustado al milímetro, todo encaja a la
perfección, existe todo lo que debe existir, y sus valores son exactamente los
justos, para que el universo haya tenido éxito.
Si faltara alguna fuerza fundamental, si existiera alguna fuerza extra,
si sus valores variaran en una parte entre billones, el universo habría sido
fallido y nada se hubiera formado.
Por ejemplo, si un segundo tras el big bang,
la velocidad de expansión hubiera sido una parte diferente entre cien mil
billones, el universo no hubiera tenido éxito. O se habría contraído hasta la
nada de nuevo, o se hubiera esparcido sin control sin permitir que nada se
formase.
Y esto no es lo único, si cualquier valor predeterminado de los muchos
que existen, variara de una forma infinitesimal, tendríamos un universo fallido.
El ajuste del universo es tal, y tan difícil, que es como lanzar las mil
piezas de un rompecabezas al aire y que al caer, lo hagan de tal forma que acabe
montado.
Todo esto, hace pensar que es demasiado difícil, como para que sea
algo casual.
Ahora bien, podemos creer a Stephen Hawking, cuando piensa que el
universo surgió espontáneamente de una fluctuación de la nada, o debemos cambiar
nuestra concepción del Dios barbudo sentado en una nube, por la del Dios friki tras un computador.
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