Así que imaginen la sorpresa de Peter Russell, cuando vio a una mujer aparentemente sosteniendo un iPhone en una pintura rústica de la década de 1850...
Este oficial y especialista en políticas detectaron la pieza, titulada The Expected One (El esperado), mientras visitaban el museo Neue Pinakothek en Munich, Alemania.
La pintura, del destacado artista austríaco Ferdinand Georg Waldmüller, muestra a un joven arrodillado que ofrece una flor a una jovencita que se acerca; esperando captar sus atenciones y tal vez sus afectos.
Sin embargo, sus esfuerzos de coqueteo al estilo victoriano pasan completamente desapercibidos.
La chica con la cabeza baja mientras camina, lo ignora, los ojos de la chica quedan completamente atrapados por lo que parece ser un iPhone: el modelo exacto no está claro. Tal vez ella estaba viendo un tuit divertido o ligando en Tinder de la época victoriana.
El dispositivo incluso parece iluminar su rostro, y su lenguaje corporal, encorvado y distraído, refleja el cuerpo inclinado del "cuello de texto" que todos estamos acostumbrados a ver en los centros urbanos de todo el país.
¿Tal vez incluso está tratando de obtener algún tipo de servicio Uber de carretas para alejarla del pretendiente no deseado?
Por supuesto, esta no es una imagen de una mujer que viajo en el tiempo y aterrizo en una escena de la campiña austriaca del siglo XIX.
De hecho, no necesitó viajar en el tiempo para crear esta pintoresca, pero desconcertante, escena rural.
En realidad, la chica está absorta en un himnario, son solo nuestras mentes extrañas del siglo 21 que están atormentando nuestras percepciones.
¿Por qué este hombre sostiene un iPhone en esta pintura de 1937?
No está claro exactamente quién es este hombre, pero bien podría estar tomándose una selfie o revisando las noticias. Parece estar mirando el dispositivo de una manera que resulta demasiado familiar hoy en día, como si acabara de leer un mal estado de Facebook, o una noticia sobre la tercera guerra mundial.
La pintura en cuestión es obra del muralista italiano Umberto Romano, y lleva por título Mr. Pynchon and the Settling of Springfield.
A pesar de que parece estar envuelto en misterio, es más probable que esté mirando un espejo de mano.
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