Hasta antes de que el ser humano la conquistara, había mitos milenarios sobre la composición y origen de la Luna.
Se pensaba que era solo una acumulación gigante de ruinas dejadas en los inicios de la formación del Sistema Solar; esencialmente, un meteorito enorme.
Las exploraciones probaron que este no es el caso y ahora sabemos más sobre su origen.
En la actualidad se conoce que el satélite natural de la Tierra tiene una atmósfera prácticamente insignificante.
Debido a su baja gravedad, la envoltura gaseosa que la rodea es de menos de una cien billonésima parte la densidad atmosférica de la Tierra, a nivel del mar.
Se ha detectado la presencia mínima de algunos átomos de sodio, potasio, argón y helio, pero su superficie carece de protección ante la radiación solar.
El propio Neil Armstrong recordaría esta falta de atmósfera : "Aunque la lógica me habría dicho que se hacen nubes de polvo al aterrizar, en la Luna no se produjo ninguna debido a la falta de atmósfera, era sorprendente la falta de polvo"
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