Tulipanes, rosas, lirios y toda una variedad de flores han sido ‘cultivadas’ por un especialista en nanotecnología, quien ha descubierto que con simples cambios en el ambiente (variar la temperatura, la acidez o la alcalinidad de una solución, así como la cantidad de dióxido de carbono presente) puede crear esculturas detalladas (compuestas por nanocristales) más pequeñas que el grueso de un cabello humano.
El estudio de los nanocristales tiene gran importancia debido a que sus propiedades eléctricas y termodinámicas podrían ser utilizadas en la industria de los materiales.
Wim Noorduin, investigador de la Universidad de Harvard, es quien ha dado vida a estas figuras.
Él conoce cómo reaccionarán los compuestos al contacto con las condiciones ambientales, así que para esculpir un florero y su flor coloca en un vaso de precipitado una solución de sal y silicio, después sumerge una placa de vidrio sobre la cual se lleva a cabo la reacción y los cristales toman la forma deseada; variando el CO2 o la alcalinidad, puede obtener otras estructuras completamente diferentes.
Luego, Noorduin toma las fotografías a los cristales y por medio de programas digitales les da color.
Este trabajo, dice su creador, permite mostrar al público el nivel que los científicos tienen para controlar la materia a nanoescala y la belleza de estas figuras.
Crédito de las imágenes : Wim Noorduin
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