En el imaginario de las criaturas fantásticas, el dragón es un ser negativo, símbolo del mal, guardián malvado de tesoros y jóvenes.
Aquel que logra desafiarlo siempre está dotado de poderes positivos. Como San Jorge, que lo atraviesa con una lanza y libera la ciudad y a la princesa de la monstruosa presencia.
Un pequeño dragón, todavía unido al cordón umbilical, conservado en formol y proveniente del Museo Británico.
Esta es la carta de identidad del extraño objeto encontrado por los hijos de David Hart entre las pertenencias que su abuelo almacenaba en el garaje de su casa.
El abuelo peculiar que trabajó como mozo en el Museo Británico a comienzos del siglo 20.
En cuyo almacén parece que encontró a la extraña criatura, relegado en alguna esquina, el extraordinario hallazgo llevaba consigo una carta, escrita en alemán, segun escrita en 1890 en la que se hacía referencia al horrible feto que debía ser enviado lo antes posible a Hamburgo.
El pequeño dragón pasó de la familia Hart a un amigo Allistair Mitchell un vendedor de libros por correo, que fue entrevistado por el prestigioso periódico Times.
En su casa se encontraba la campana de cristal con el feto. El recipiente no llegaba al metro de altura, justo el espacio necesario para contener a ese extraño animal con las alas plegadas y la cola enroscada: un dragón en toda regla, tal y como han sido imaginados desde hace siglos, si se considera que hasta el momento nadie ha visto ninguno.
¿Cómo es un dragón?
La pregunta surge espontáneamente, sobre todo cuando se debe juzgar a un ser que presumiblemente, tiene todas las características de un dragón, alas, cola,garras con uñas afiladas y hocico de reptil: todo según la tradición.
Pero un equipo de televisión del programa italiano Voyager quiso profundizar en el tema, tuvo un encuentro con el señor Mitchell en Oxford y observó el extraño animal. Para empezar, llama la atención el cordón umbilical: los dragones, como el resto de reptiles, deberían nacer de un huevo y por lo tanto, no deberían tenerlo, a no ser que los dragones pertenezcan a otra clase de animal, hasta ahora desconocida, que se pareciera a la de los reptiles, la de los mamíferos, la de los peces y la de los anfibios al mismo tiempo.
Además, en la extraña criatura no hay rastro de órganos genitales. Los músculos están excesivamente desarrollados para tratarse de un feto. La piel no tiene escamas ni pelo y es demasiado lisa.
Y para terminar, las uñas tienen forma de cono, lo que no le permitiría ni arrastrarse ni arrancar la carne de sus eventuales presas.
Las dudas también surgen ante la campana de cristal que lo contiene: el líquido de conservación parece demasiado limpio para el tiempo que debería tener y no aparecen rastros de residuos en el fondo, si bien el color blanco del feto parece confirmar el poder blanqueador del formol.
La opinión de los expertos.
En este caso tan extraordinario, está absolutamente prohibido abrir la campana de cristal que contiene al pequeño dragón. No es posible realizar ningún examen, ni rayos X ni ecografías, ni biopsias, nada de nada.
Un antropólogo experto en la conservación de los cuerpos, un médico historiador del arte sanitario, un criptozoólogo, un químico, un grafólogo y un mago de los efectos especiales han unido sus fuerzas para llegar a un único veredicto: el dragón de Oxford, la misteriosa criatura en formol que ha despertado la curiosidad del mundo entero no es más que una falsificación.
La carta que lo acompaña no fue escrita hace cien años, sino en una época mucho más reciente.
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