La figura de Hatshepsut se pierde entre las pirámides y las arenas del tiempo del antiguo Egipto: sin embargo a pesar del odio de quienes han querido acabar con su recuerdo, muchos testimonios se han conservado hasta nuestros días, sobreviviendo a tantos siglos que nos separan de aquella época.
Entre los años 1500 y 1450 A. C. El faraón Tutmosis III solo era un niño en el momento de la sucesión al trono, y Hatshepsut fue nombrada regente.
Hija del Rey, hermana del rey, esposa del dios y gran mujer del rey son algunos de los apelativos de una mujer que no se contentó con desempeñar un papel de consorte y se convirtió en la primera reina faraón de Egipto.
Se habituó rápido al poder y mientras Tutmosis alcanzaba la mayoría de edad, elaboró un proyecto para legitimarse a sí misma.
Para ello, primero debía construir el mito de su nacimiento: en el Antiguo Egipto se creía que los faraones eran hijos de los dioses, por eso la reina de Egipto debía ser hija de un dios para gobernar.
Pero para los faraones la muerte era casi más importante que la vida terrenal, por lo que Hatshepsut quería ser sepultada en el Valle de los Reyes, como si se tratase de un faraón.
La reina encontró un cómplice en el arquitecto de la corte, el poderoso Senenmut.
Según algunos, incluso fueron amantes, lo cual se demuestra por las estatuas que los representan, todas de igual grandeza: si no hubiese habido una unión especial entre ellos. Hatshepsut no habría permitido que su estatua no primase sobre las demás.
La tumba de Hatshepsut permaneció incompleta y tras la muerte de la reina, su recuerdo quiso ser borrado. Su nombre fue borrado de todas las inscripciones y ni siquiera se le incluyó en la lista de los reyes de Egipto.
¿A qué se debe tanto recelo? Según algunos estudiosos, fue obra de Ramsés II quien vivió 150 años después, aunque, más probablemente, fuera su sucesor inmediato Tutmosis, el responsable.
Pero, entonces. ¿Por qué este consintió que fuese sepultada en el Valle de los Reyes legitimando así el reinado de Hatshepsut?
En cualquiera de los casos, quien haya intentado borrar el nombre de Hatshepsut de la historia no lo ha conseguido.
La fama de la reina ha sobrevivido durante 3,500 años y hoy en día en el Museo de El Cairo hay una sala dedicada a la XVIII dinastía y el busto de la faraona dirige su regia mirada al mundo.
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