lunes, agosto 13, 2012
El omnipresente pi.
Ningún número puede tener más fama que pi. ¿Pero por qué?
Este se define como la razón de la circunferencia de un círculo a su diámetro, pi, o en forma de símbolo, π, parece un concepto bastante simple.
Pero resulta ser un "número irracional", es decir su valor exacto es inherentemente impredecible.
Los científicos en computación han calculado miles de millones de dígitos de pi, a partir de 3.14159265358979323 ..., porque sin un patrón reconocible emerge en la sucesión de sus cifras, podríamos continuar calculando el siguiente dígito, y el siguiente, y el siguiente, durante milenios, y nunca tendríamos la menor idea de lo que podría surgir en el próximo dígito. Los dígitos de pi continúan la procesión sin sentido todo el camino hasta el infinito.
Los matemáticos de la antigüedad al parecer, encontraban el concepto de irracionalidad completamente desesperante. Les llamó la atención esto,como una afrenta a la omnisciencia de Dios, porque ¿cómo podría el Todopoderoso saber todo,si los números son inherentemente incognoscibles?
Sea o no humanos y dioses captar el número irracional, pi parece surgir por todas partes, incluso en lugares que no tienen relación aparente con los círculos. Por ejemplo, entre una colección aleatoria de números enteros, la probabilidad de que cualquier par de números no tienen un factor común: que son "primos" - es igual a 6/π2. Extraño, ¿no?
Sin embargo, la ubicuidad de PI va más allá de las matemáticas. Al parecer,en todo el mundo hay un círculo, por supuesto, como el disco del sol, la espiral de la doble hélice del ADN, la pupila del ojo, los anillos concéntricos que viajan hacia afuera de las salpicaduras en los estanques.
Pi también aparece en la física que describe las ondas, como ondas de luz y sonido. Incluso entra en la ecuación que define la precisión con que podemos conocer el estado del universo, conocido como principio de incertidumbre de Heisenberg.
Finalmente, pi emerge en las formas de los ríos. Ventosidad de un río se determina por su "relación sinuosa", o la relación entre la longitud real del río a la distancia desde su nacimiento hasta su desembocadura en línea recta.
Albert Einstein fue el primero en explicar este hecho fascinante. Él utilizó la dinámica de fluidos y la teoría del caos para mostrar que los ríos tienden a doblarse en forma de bucles.
La menor curva en un río generará más rápidas corrientes en el lado exterior de la curva, lo que provocará la erosión y una curva más nítida.
Este proceso gradualmente aprieta el bucle, hasta que el caos provoca que el río duplique repentinamente sobre sí mismo, momento en el que se empiezan a formar un bucle en otra dirección.
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