Para combatir a la flota romana que atacaba Siracusa, el matemático Arquímedes diseñó catapultas, naves blindadas y otros ingenios.
No obstante, su fama como inventor bélico se debe al truco de los grandes espejos con los que supuestamente incendió los barcos enemigos, al enfocar hacia ellos los rayos del sol que reflejaban.
Fierre Thuillier dice en Las caras ocultas de la invención científica que para muchos expertos (Descartes entre ellos) el episodio es una leyenda, pues Arquímedes no disponía de la tecnología necesaria para acometerlo.
En cambio, otros como Galileo creían verosímil la idea del griego. El matemático francés del siglo XVIII Georges Buffon construyó unos espejos para probar que con ellos se puede hacer que arda la madera, y en 2006 investigadores del MIT montaron un reflector de bronce y cristal de 300 m2 en la bahía de San Francisco con el que lograron que un viejo barco de pesca, situado a unos 50 metros, ardiera ligeramente
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