Alguna vez Manhattan fue verde / Grandes enigmas y misterios del mundo

lunes, julio 27, 2009

Alguna vez Manhattan fue verde

 



Los castores abrevaban en Times Square. Los osos negros campaban a sus anchas por los altos de Harlem. Y los pumas y los lobos acechaban a los 5.000 indios Lenape que se abrían paso a duras penas en la fronda selvática de Mannahatta, la isla de «muchas colinas».
Así era la Gran Manzana, emparentada en la lejanía con el jardín del Edén, cuando la vislumbró por primera vez Henry Hudson en 1609. Y así la ha reimaginado cuatro siglos después Eric Sanderson, en ese fascinante proyecto que recupera el nombre y el espíritu original de Manhattan, increíblemente reverdecida ante nuestros ojos.
"Como Henry Hudson, vine a Nueva York buscando algo, pero una vez aquí he encontrado algo distinto, algo que no esperaba", confiesa Sanderson, ecologista del paisaje, que ha logrado trazar un puente inaudito entre la jungla de asfalto y el bosque impenetrable de robles y castaños.
Primero fue un libro, 'Mannahatta', un canto ecológico y poético, deudor de Henry David Thoreau y Walt Whitman. La idea se desborda ahora en una de las exposiciones imprescindibles del verano, en el Museo de la Ciudad de Nueva York de la Quinta Avenida y la calle 103. Aunque el prodigio visual llega hasta internet, donde cualquier neoyorquino puede ver cómo era la vida en su manzana hace 400 años con un simple click .
"En Mannahatta había 627 especies diferentes de plantas, 233 variedades de pájaros y una biodiversidad por hectárea superior a la de Yellowstone o Yosemite», asegura Sanderson. «Si hubiera subsistido como tal, la isla sería hoy en día la auténtica joya de los parques naturales».
Los propios indios Lenape, con los incendios controlados y la agricultura incipiente, fueron los primeros en alterar el paisaje con prácticas que hoy se considerarían 'sostenibles'.
El Bajo Manhattan encajó en el siglo XVII la huella de la civilización, encarnada en los pioneros de Nueva Ámsterdam. Los británicos arrasaron gran parte de la isla y la convirtieron en fortín durante la Guerra de la Independencia. Pero el golpe de gracia llegó en 1811, con la rejilla urbana que convirtió la isla en una lacónica sucesión de calles y avenidas.
A golpe de dinamita, se allanaron gran parte de las 500 colinas. Hasta lo que hoy es Central Park pasó por un meticuloso proceso de reducción topográfica. Con el tiempo llegarían los rascacielos, anclados en la roca granítica.
Destrucción de la vida silvestre
"No hemos llegado a matar la naturaleza en Manhattan, pero es cierto que la vida silvestre ha estado mortificada por las decisiones urbanísticas", admite Eric Sanderson. "Se han cegado los cauces naturales, se han rellenado los humedales, se le ha ido ganando terreno al río Nueva York está enclavada en un estuario, en un ecosistema muy delicado y muy expuesto a los efectos del cambio climático".
Sanderson se rebela contra la idea de la jungla de asfalto que enfrenta a la naturaleza contra la creación humana: "Las ciudades no pueden crecer de espaldas a la naturaleza. Los arquitectos y los urbanistas hablan cada vez más de la biomímesis y de cómo debemos construir la ciudades como si fueran econsistemas, imitando a la naturaleza. La gente se está dando cuenta además de que vivir en una ciudad es mucho más eficiente y sostenible desde el punto de vista ecológico". Sin ir más lejos, la huella de CO2 del neoyorquino (7,1 toneladas métricas al año) es tres veces inferior a la del norteamericano medio (24,5 toneladas).
La tierra recuerda, y la diversidad cultural de la isla donde se hablan más de 100 lenguas es de algún modo el reflejo de "la increíble biodiversidad que existía hace cuatro siglos".
Sanderson empieza a ver señales muy claras del espíritu redivivo de la vieja Mannahatta: del Parque High Line inaugurado sobre los raíles elevados de Chelsea a los bosques de Inwood, que han sobrevivido milagrosamente intactos al norte de la isla. "Creo que las semillas están ya plantadas bajo el asfalto", afirma Sanderson, que culmina su libro con una visión utópica de Nueva York en 2409, cuajada de tejados verdes: "Los neoyorquinos amamos tanto esta ciudad que es muy posible construir una versión aún más sostenible de Manhattan".


Links: http://www.mcny.org/
http://themannahattaproject.org/
Fuente

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