Los océanos almacenan abundante energía en forma de viento, olas y sol. Todas estas fuentes energéticas podrían unirse en unos complejos llamados Islas de Energía: una especie de plataforma petrolífera de la que en lugar de extraer el “oro negro” se podrían extraer fuentes de energía renovables.
Este es el concepto ideado por el ingeniero Dominic Michaelis. La idea surgió cuando Michaelis se dio cuenta de que el desarrollo de la conversión de energía termal (OTEC en inglés), un proceso en el que se bombea agua fría desde las profundidades del océano para generar electricidad, iba demasiado lento.
El OTEC se basa en la idea de explotar las diferencias de temperatura entre las aguas profundas y superficiales para generar energía eléctrica. Las aguas poco profundas del océano pueden llegar a calentarse hasta los 29ºC en los trópicos. Sólo un kilómetro por debajo de estas cálidas aguas, la temperatura es significativamente más baja, con caídas frecuentes por debajo de los 5ºC.
Estas diferencias extremas de temperatura se emplearían para hacer funcionar turbinas de vapor, que activarían los generadores para producir electricidad. Los expertos estiman que, un día cualquiera, los 60 millones de km2 de superficie ocupada por los mares tropicales, absorben una cantidad de radiación solar equivalente a 250.000 millones de barriles de petróleo.
La Isla de Energía que Michaelis está diseñando tendría una planta de OTEC en el centro, pero estaría rodeada por una plataforma de unos 600 metros de largo en la que también habría turbinas eólicas y colectores solares. Asimismo, se instalarían turbinas acuáticas para captar la energía del agua que se movería alrededor de esa gran estructura.
Abastecer una ciudad
Según Michaelis, una de estas estructuras con forma hexagonal podría generar 250 megavatios, lo suficiente para abastecer a una pequeña ciudad. Pero si varias islas se unieran formando un pequeño archipiélago, se podría crear un pequeño puerto para que atracaran barcos o un hotel “verde” para los turistas.
La principal razón por la que Michaelis está detrás de este proyecto es para impulsar la construcción de una planta de OTEC. “La principal ventaja de esta tecnología sobre otras basadas en el mar es que es constante, funciona las 24 horas del día” comenta en declaraciones a LiveScience.
Esto es debido a que no se basa en el sol, en el viento o en las olas, sino en la diferencia de temperatura que hay entre el agua de la superficie oceánica, calentada por el sol, y el agua que está en las profundidades.
El agua caliente es tomada de los alrededores de la Isla de Energía y usada para evaporar un fluido, que puede ser la propia agua del mar o amoniaco. El vapor resultante de este proceso empuja una turbina que produce electricidad.
Pero el proceso no termina ahí. Para volver a condensar de nuevo el vapor en un elemento líquido, se bombea agua fría extraída de debajo de la superficie oceánica. Esta condensación crea una caída de presión que permite que más vapor pase a través de las palas de la turbina, generando de nuevo electricidad. El proceso es muy parecido al que se puede ver en una planta nuclear, sólo que en estas instalaciones la diferencia de temperatura es mucho mayor.
La primera planta OTEC fue construida en 1930 en la costa de Cuba y producía 22 kilovatios de energía. Sólo unas cuantas plantas han sido construidas desde entonces, la mayor de las cuales estaba en Hawai y genera 250 kilovatios. Ninguna está ahora mismo operativa.
Primeros diseños
El mayor problema con el que se encuentra esta tecnología es la inherente ineficiencia de convertir una relativamente pequeña diferencia de temperatura en electricidad. De hecho, algunos de los primeros diseños de OTEC usaban más energía de la que generaban.
Una planta de OTEC requiere mucha energía para que grandes cantidades de agua puedan circular. Una de las Islas de Energía de Michaelis necesitaría bombear 400 metros cúbicos de agua por segundo. Por esta razón, este ingeniero ha incorporado a su proyecto otras fuentes de energía marina que apoyarían la planta OTEC situada en el centro.
La energía limpia generada por la isla se conduciría hasta la costa a través de cables acuáticos. Podría incluso usarse para hacer hidrógeno a partir de agua. Este hidrógeno podría ser transportado para producir electricidad a partir de pilas de combustible.
La Isla de Energía también se usaría como planta desaladora, aprovechando el ciclo de evaporación-condensación. Michaelis calcula que, por cada megavatio de energía producida, una planta OTEC proporcionaría más de un millón de litros de agua fresca.
En la actualidad, Michaelis está buscando financiación para su proyecto. Una de las islas necesitaría una inversión de 600 millones de dólares.
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